En la noche del pasado 15 de mayo, un ataque aéreo con explosivos alteró la rutina en la vereda 20 de Julio, en zona rural de Tibú. Un menor de 12 años fue asesinado y varias personas, incluida la madre del adolescente, quedaron heridas. La agresión, ejecutada mediante drones armados con granadas, evidenció la capacidad destructiva de los grupos ilegales que delinquen en el Catatumbo, región de Norte de Santander, que desde enero pasado enfrenta la peor crisis humanitaria y de seguridad que se haya vivido en décadas en Colombia.Las víctimas de ese ataque fueron alcanzadas por las esquirlas de las granadas mientras dormían, sin oportunidad de protegerse. Los habitantes del lugar fueron testigos directos de la manera despiadada y del poder tecnológico con el que ahora cuentan el Eln y el Frente 33, dentro de la guerra que libran por el control de las economías ilegales de la zona.Las autoridades, que iniciaron una investigación para esclarecer los responsables de este ataque, señalaron que esta modalidad ha venido escalando en la región en los últimos meses, e incluso, sobrepasa en tecnología a la que usan las disidencias de ‘Iván Mordisco’ en el Cañón del Micay, Cauca.Lo anterior pone en evidencia cómo los grupos en el país han encontrado en el aire su nuevo campo de batalla, con la manipulación de drones con fines bélicos, tal y como se ve en la guerra de Ucrania. El aumento en el uso de estos equipos ha sido detectado en Guaviare, Caquetá, Nariño, Cauca, Huila, Tolima, Caldas, Norte de Santander y Cesar.Uno de los drones que es acondicionado con explosivos. Foto:CortesíaLas recientes cifras conocidas por EL TIEMPO, con corte al 20 de mayo, dan cuenta de 73 ataques con estos explosivos en lo que va de año, de los cuales 63 ataques se han registrado en Cauca, Valle y Nariño, territorios estratégicos por su cercanía a rutas de narcotráfico, minería ilegal y control social.A lo largo del 2024 y lo que va de 2025 se han registrado 183 ataques; de estos, al menos dos han sido contra la Armada de Colombia y el resto se han perpetrado contra el Ejército y la población civil. Los registros del Ejército han permitido establecer que el grupo armado organizado Eln (con ataques), las disidencias de ‘Iván Mordisco’ (con 172 acciones terroristas) y la facción ‘Calarcá’ (con 4 eventos) son los actores ilegales que más emplean estos aparatos para fines criminales.La semana pasada se registraron varios ataques con drones con explosivos en Catatumbo. Foto:Cortesía¿Cómo es el ingreso de los dispositivos al país?La entrada de drones a territorio colombiano (la mayoría de origen chino), se presenta principalmente a través del mercado online y la importación de equipos terminan en tiendas especializadas que permiten la comercialización de los dispositivos sin ningún tipo de restricción. Estos son adquiridos por personas que actúan como intermediarios y los trasladan hacia zonas controladas por grupos ilegales. Aunque informes de inteligencia, conocidos por este diario, aseguran que gran cantidad de los dispositivos entran por contrabando desde países vecinos.Lo que sorprende no es solo la frecuencia de los ataques, sino la tecnología detrás de estos atentados. El general Fernando Mejía, comandante de la Tercera División del Ejército, explicó a EL TIEMPO que los grupos armados están usando drones comerciales MAVIC 3. “Estos drones de la empresa DJI de origen chino tienen la capacidad de levantar aproximadamente 570 gramos. Para ello, emplean artefactos explosivos que puedan ser instalados en el dron (que no superan los 570 gramos)”.Drones con explosivos en Cauca. Foto:CortesíaEsta marca es la más empleada por los criminales debido a su facilidad de uso y su sofisticado sistema de navegación, que incluyen GPS, barómetros, altímetros y brújulas magnéticas. Estos dispositivos, cuyo precio oscila entre los 4 y 5 millones de pesos en el mercado nacional, pueden volar hasta 500 metros de altura en un radio de distancia que llega a los 10 kilómetros.No se trata solo de drones con explosivos. El Ejército ha detectado también una diversificación del arsenal aéreo: desde microdrones del tamaño de la palma de la mano —capaces de ingresar por ventanas o ductos—, hasta enjambres coordinados que simulan maniobras de saturación para confundir los sistemas defensivos. También se han reportado drones FPV (de vista en primera persona) que operan desde cientos de kilómetros.Algunos modelos incluso permiten infiltrar redes Wi-Fi, instalar malware o hacer vigilancia analítica con cámaras de alta resolución y térmica. Lo que comenzó como una amenaza puntual, hoy es parte de una guerra asimétrica en evolución, aseguran fuentes de inteligencia.Con drones y armas intentan atacar estación de Policía en Morales, Cauca Foto:Redes socialesEnemigos con entrenamiento extranjeroUna vez en manos de los criminales, los drones son llevados a talleres para ser manipulados. Las labores de inteligencia han permitido detectar lugares clandestinos donde se interviene el equipo, y se accede a su software, lo que permite un hackeo del sistema para superar las restricciones de fábrica, como las zonas de exclusión geográfica que impiden el vuelo del dron cerca de aeropuertos y áreas sensibles.“Hemos detectado ingenieros al servicio de los grupos armados que realizan este tipo de manipulación”, dijo la fuente alta fuente militar al medio, quien señaló que, aunque la capacidad de carga es limitada para sostener baterías externas, los grupos armados los modifican para duplicar el levantamiento de peso y los adaptan a sistemas de liberación remotos.Al mismo tiempo, en las zonas remotas del país, se han evidenciado otros talleres donde se fabrican los explosivos que son adaptados a los drones. “En esos espacios se ensamblan mecanismos y se les coloca ganchos improvisados y aletas de PVC que estabilizan granadas en pleno vuelo”, explicó la fuente, quien añadió: “Estos son cargados con explosivos concentrados en plástico, cordones de seguridad o también llamada ‘mecha lenta’, detonadores y material tipo metralla (clavos, tuercas y tornillos). De igual forma, también son acondicionados con granadas, cuya activación se produce al tocar tierra”.Explosivos que con instalados en los drones. Foto:CortesíaLa información conocida por este diario da cuenta que, en Catatumbo, por ejemplo, la tecnología empleada por el Eln en el uso de drones es mayor que la que tiene el Frente 33. “Sabemos que muchos llegan por la frontera y el entrenamiento se da en suelo venezolano”, dice la información conocida por este diario.Sin embargo, en zonas de Cauca, Norte de Santander y Arauca se ha detectado personal entrenado, incluyendo técnicos extranjeros (iraníes, rusos y chinos), que imparten capacitación sobre su uso y la instalación de artefactos explosivos.“Con un simple botón o un giro preciso, sueltan la carga mortal sobre blancos específicos”, explicó un mayor del Ejército a este diario, que pidió la reserva de su identidad, y señaló que el entrenamiento para volar un equipo de estos puede tomar como máximo dos días.Uno de los drones utilizados para los ataques. Foto:CortesíaLos dueños o cabecillas del negocioDetrás de los drones modificados con explosivos hay estructuras armadas bien identificadas que los operan con precisión y jerarquía. Según cifras del Ejército Nacional, los principales responsables de estos ataques son frentes disidentes de las Farc y estructuras del Eln, desplegados estratégicamente en distintos puntos del país.En el Catatumbo, los ataques estarían siendo coordinados por el Eln, bajo el mando de alias Alfred, y por el frente 33 de las disidencias, liderado por alias Richard. En el suroccidente, la ofensiva aérea ha sido encabezada por el frente ‘Carlos Patiño’, dirigido por alias Kevin, seguido de la ‘Jaime Martínez’, bajo órdenes de alias Marlon, y la ‘Franco Benavides’, comandada por alias Don Mata. Todos ellos han convertido el dron en una nueva extensión del fusil.Soldados caminan por las calles de El Plateado, uno de los más afectados por estos explosovos. Foto:Cortesía Ejército.Antidrones: la defensa en construcciónDesde hace poco más de un año, el Ejército ha adoptado estrategias para mitigar el impacto de estas armas; entre estas, se destaca la adquisición de equipos antidrones que pesan entre 500 y 1000 gramos, y están enlazados a un inhibidor que afecta la señal y libre movilidad de los drones.Este sistema, según la institución armada, permite a la Fuerza Pública hacerle seguimiento a la nave no tripulada y, una vez que invade el área de frecuencia, el antidrón envía una señal inmediata a los uniformados para bloquear el enlace de control y navegación de los drones explosivos.EL TIEMPO también conoció sobre la implementación del sistema mixto de defensa antidrones, con apoyo de empresas especializadas y estrategias cibernéticas. Entre los recursos desplegados están: Jammers, que bloquean las señales entre el dron y su operador; spoofers, que engañan al dron y lo obligan a aterrizar; y detectores de largo alcance, con salto de frecuencia y capacidad de alerta anticipada.El ministro de Defensa Pedro Sánchez Suárez. Foto:CortesíaTambién se cuenta con la tecnología de drones interceptores, para neutralizar artefactos en vuelo y láseres de precisión y métodos cinéticos, para abatir drones en zonas críticas, además de sensores de radiofrecuencia y radares, que operan incluso en condiciones climáticas adversas.Sin embargo, los grupos ilegales ya emplean modelos de drones con sistemas que operan en otras frecuencias, lo que limita la efectividad de las contramedidas estatales. Incluso, se ha detectado que los armados ya tienen en su poder ‘pistolas de interferencia’ que interrumpen la comunicación entre el dron y su operador, obligando al dispositivo a descender.Desde el gobierno, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, anunció iniciativas para fortalecer las capacidades antidrones, incluyendo acuerdos con empresas internacionales para desarrollar tecnologías de inhibición de señales a bajo costo.Estas soluciones buscan dotar a las fuerzas del orden con herramientas que les permitan contrarrestar el uso de drones armados en áreas de alta conflictividad. Las medidas contemplan también la transferencia tecnológica para la producción local de sistemas de defensa.Explosivos hallados para drones en Putumayo. Foto:Cortesía¿Qué se propone para frenar estas acciones?Para Javier Sandoval, miembro de la Compañía Andina de Seguridad Privada (Andiseg), propone implementar normas estrictas para los fabricantes colombianos que sean de obligatorio cumplimiento en cuanto a marcas en los componentes, registros, protocolos y programación de zonas de no vuelo de drones encriptados para garantizar el tránsito únicamente en zonas permitidas y denegar el acceso al espacio aéreo de zonas prohibidas, restringidas y peligrosas.“El Estado, con el apoyo del sector privado, debe implementar sistemas de detección e inhibición en aquellas áreas que requieran de la protección ante amenazas con drones, facultando y disponiendo de estos recursos a las autoridades competentes como Ejército, Policía, Fuerza Aeroespacial y empresas de seguridad privada para que operen, según sea la necesidad, estos medios tecnológicos en función de proteger las personas, las infraestructuras, entidades públicas y el sector privado según el nivel de riesgo que sea objeto de estas amenazas”, dijo Sandoval.Lo que parecía una amenaza lejana hoy es una realidad activa. La guerra en Colombia ya no se libra solo en tierra. Desde talleres clandestinos, fronteras porosas y laboratorios improvisados, los drones se han convertido en armas silenciosas que alteran el equilibrio militar.Mientras los grupos armados perfeccionan su uso, el Estado corre contra el tiempo para no perder el control del espacio aéreo.Redacción JusticiaJusticia@eltiempo.comMás noticias de Justicia:

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