Manuel Rivas llegó este viernes al Ateneo de Madrid con su traje azul marino, despojado de corbata y con un broche en la solapa de Las Dos Marías (dos populares hermanas durante el franquismo en Santiago de Compostela). Desmelenado y sonriente, como se suele verlo. Recibió saludos en gallego de quienes lo cruzaban, como reconociendo en él a un representante de la lengua en la que escribe. El miércoles firmaba en Sant Jordi ejemplares de su último libro, Detrás del cielo, y este viernes se presentó en Madrid para recibir el premio Cedro, que el Centro Español de Derechos Reprográficos otorga, de forma simbólica, a la trayectoria de una persona o institución que destaque por defender la cultura en general y los derechos de autor en particular. Más informaciónA Rivas lo mimaron desde el principio, y como para hacer que se sintiera en casa, todo empezó con la guitarra de Álvaro Toscano interpretando Negra sombra, de Rosalía de Castro, la poeta santiaguesa, y con música de Juan Montes. Lo adelantó Carme Riera, presidenta de Cedro: “Hablar de Manuel es habar de Galicia y del gallego”. De las manos de Riera y de las de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Diaz, el escritor recibió el galardón, materializado en una figura de color bronce con un cedro dibujado.“Estoy aquí para agradecer. Dar las gracias por el premio, pero sobre todo a las personas que de forma permanente defienden los derechos de autor”, dijo Rivas para empezar. Luego articuló un discurso en torno al que se convirtió en el gran tema de la tarde: el uso de la inteligencia artificial generativa en la cultura. “Lo que está en juego no es el patrimonio intelectual, que también, lo que está en juego es una derrota de la humanidad. Sin regulación y sin una ética eficaz de la empatía, existe el peligro real de que los nuevos emporios tecnológicos propicien un gran expolio del patrimonio intelectual y creativo”. Y aprovechó la presencia de su paisana en el Gobierno para advertir: “España debe ser un espacio de vanguardia a la hora de regular el uso de las nuevas tecnologías y garantizar los derechos de los creadores en base al consentimiento, la transparencia y la monetización. Defender el patrimonio intelectual es también defender una sociedad decente y una democracia avanzada”.Habló de esa ola tecnológica que “tendrá un efecto terriblemente desestabilizador, llevándose por delante a muchas profesiones”, y responsabilizó directamente a los líderes y magnates del mundo: “A mí esto me recuerda a lo que dijo Gustave Flaubert: dijo que le gustaría vivir en una torre de marfil, pero que de vez en cuando aparecía una avalancha de merde. Si quienes están en el puesto de mando no ofrecen otro rumbo que la incerteza, mientras se pelean por los mejores camarotes del Titánic, ¿cómo no esperar que se produzca una avalancha de merde?”.El discurso no sería de Manuel Rivas, ferviente militante ecologista, si no hablara también del medio ambiente. “Todo el planeta está, en diferentes intensidades, en una línea de riesgo. Vivimos una situación de emergencia. Una era ‘mayday’ de extralimitación ecológica. Y a la crisis planetaria medioambiental se suma un proceso de deshumanización impuesto a golpe de algoritmo”, expresó sobre el cuidado por el mundo, al que le tiene, y lo refleja en sus letras, tanto amor.Manuel Ribas durante su discurso de recepción del Premio CEDRO, este viernes en Madrid.BLANCA MÍLLEZ (EFE)Quizás la narrativa llevó a Rivas a su éxito más sonado, pero el escritor es también poeta, guionista, ensayista y periodista. “Un poeta que no se resiste solo a ser poeta”, como lo definió Juan Cruz en un vídeo proyectado en el salón de actos y en el que también participaron amigos del escritor y sus dos hijos. En su haber se encuentran obras como En salvaje compañía, ¿Qué me quieres, amor?, El lápiz del carpintero, El periodismo es un cuento o Las voces bajas, una autobiografía donde cuenta el origen de su militancia ecologista, su despertar político y su atracción por las letras. Textos que demuestran la pluralidad de sus voces y con los que ha ganado, además del Nacional de Letras Españolas el año pasado, el premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Asociación de Escritores en Lengua Gallega, el premio al Libro del Año del Gremio de Libreros o la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.La respuesta del Gobierno a las intrigas planteadas por el escritor en su discurso la dio su paisana y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que clausuró el acto. “Gracias por tanto, querido Manolo”, empezó. Y pronto navegó por el tema central. “La inteligencia artificial es poco artificial. Se nutre de ustedes, lucra de ustedes, les explota a ustedes. Tenemos la obligación de regularlo”, dijo. Su Gobierno lleva más de un año trabajando en la reforma del Estatuto del Artista, que incluye a la IA —”Voy un poco lenta”, reconoció Díaz— y según contó está cerca de terminarse: “Estamos en la parte final, y en los próximos días vera la luz”. Luego se entregó a los elogios hacia Rivas, ”una de las mejores voces” españolas, “un defensor del mundo visto desde los márgenes, un referente moral, un autor comprometido y pensador presente en los principales debates de nuestro tiempo”. Y no menos importante para ella, representante de una tierra compartida. “Llevo mal vivir en Madrid. Necesito el mar”, contó.Y todo terminó como empezó, con la guitarra de Toscano, ahora con Sueño (mazurca), de Francisco Tárrega. Rivas volverá a su tierra costera —canapés y largas felicitaciones de por medio— para envidia de Díaz, en camino ya a Roma para representar al Gobierno en el funeral este sábado del papa Francisco.

Manuel Rivas sobre la IA, al recibir el premio Cedro: “Está en juego una derrota de la humanidad” | Cultura
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