Si una cosa tenían clara Alba Vidal y Natalia Pérez, de 37 y 48 años, respectivamente, a la hora de elegir el nombre de su bebé era que este tenía que ser neutro. Tras varias semanas barajando distintas opciones, la pareja acotó la decisión a una lista con 10 candidatos. Elur se erigió como el definitivo, por ser “original, corto y en euskera” y, sobre todo, por no estar asociado ni al género masculino ni al femenino. Tanto Vidal como Pérez, que residen en un pueblo de Bizkaia, defienden y practican una crianza sin género, entendida como aquella en la que no se imponen estereotipos masculinos o femeninos a los bebés, tales como roles y comportamientos, colores o juguetes, y en la que se les da autonomía para que definan su identidad sin presiones sociales. Así que, para conjugar con esta idea, pensaron que lo ideal era elegir un nombre que no estuviera asociado ni a los hombres ni a las mujeres. “Con esta decisión, le facilitamos y le ofrecemos la posibilidad de que pueda explorar y descubrir quién es libremente”, relata la pareja, que entiende el género como un constructo social que no quería seguir perpetuando. Ahora que ha cumplido tres años y que habla cada vez con mayor fluidez, Elur –que significa nieve en euskera– se expresa tanto en masculino como en femenino, cuentan Vidal y Pérez, e interpreta roles de ambos géneros. “Alguna vez le hemos preguntado si se considera niño, niña o ninguno de los dos, y es algo que no le preocupa lo más mínimo. Ahora lo interesante es que experimente con todo y que, cuando quiera, nos lo cuente, siempre sabiendo que esa autodefinición no es inmutable”, comentan. Si bien la elección de un nombre asociado a un género no determina per se la identidad sexual de la persona, sí que ayuda a perpetuar unos roles. Así lo considera Aike Martín, del grupo de políticas trans de la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+) y experta en estos temas, para quien elegir uno neutro supone un gesto por parte de los padres que demuestra una predisposición. “No es solo el nombre, sino todo lo que supone, porque le estás dando a entender a la criatura que en el futuro puede ser lo que quiera y no tiene que adscribirse a un género concreto”, detalla. Una posición que comparte la experta en género y en coeducación María Gijón, aunque advierte de que la elección de este tipo de nombres “no implica necesariamente una crianza igualitaria y con perspectiva de género”. Gijón, que lleva años reflexionando sobre estos temas en su cuenta de Instagram Educar sin estereotipos, defiende que “cada vez hay más familias concienciadas de que hay que abolir el género, especialmente en la primera infancia”. Así, la experta en coeducación opina que la crianza debe de ser “con perspectiva de género” para ser conscientes de las desigualdades y los privilegios que existen según el sexo con el que se nace. “Con nuestras hijas debemos estar más pendientes de que aprendan a ocupar el espacio, tanto físico como lingüístico, mientras que, con nuestros hijos, hay que incidir en que valoren y practiquen los cuidados”, ejemplifica. Elur con sus madres Alba y Natalia en su casa de Munguia (Bizkaia).FERNANDO DOMINGO-ALDAMAComo Vidal y Pérez, cada vez son más las familias que deciden apostar por una crianza sin ataduras de género y que, en la misma línea, optan por un nombre neutro. Es el caso de Naiara, de 40 años, y su mujer, que tienen dos hijos a los que piden identificar como Maëlle y Álex. “Queríamos que fueran nombres neutros porque ejercemos una crianza neutra para que su vida sea lo más libre posible”, explica Naiara, que prefiere no dar su apellido. También Miryam Aguirre y su marido apostaron por dos nombres que no estuvieran asociados ni a hombres ni a mujeres para sus dos hijos de ocho y seis años y que prefieren mantener en el anonimato. En su caso, se trata de abreviaciones que se utilizan tanto en la versión masculina como en la femenina. La idea es educar “sin que influya el género y tratando de que sea todo muy neutro”, explica Aguirre, aunque hay veces que “es complicado”. Algo comprensible para Aike Martín, que apunta que lo importante “no es tanto el resultado, sino la intención y tener la mente abierta”. La ropa y los juegos son dos de las principales barreras con las que se han encontrado tanto Aguirre como Naiara. A pesar de los notorios avances en ambos terrenos respecto a décadas anteriores, todavía sigue predominando el color pastel o rosa en las prendas femeninas o hay deportes, como el fútbol, que practican mayoritariamente ellos. “Te tienes que pelear con mil cosas. Nosotras ahora en el colegio estamos apretando para que haya un equipo de niñas”, explica Naiara. La experta en género y coeducación recalca la importancia de cuidar los estereotipos. “Es importante que desde la familia se rompan y se fomenten roles contrarios, así como elegir escuelas que practiquen la coeducación”. Gijón insiste en que hay que explicarles qué es un estereotipo desde edades tempranas, “aprender a detectarlos y fomentar el espíritu crítico al respecto”.Nombres neutros más comunesUno de los nombres cuyo uso entre ambos géneros está más equilibrado es Noah, ya que en España lo tienen 6.670 hombres y 1.739 mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Elur, que todavía es poco común, aparece como el elegido en 116 ocasiones para hombres y en 35 para mujeres. También Dani, Adri, Cris, Alex, Ariel, Sasha, Aimar o Pau son otros que se usan cada vez más indistintamente. Este último fue el elegido en 2021 por Yurena Castelló, valenciana de 35 años, cuando nació su hijo. Tanto ella como su pareja no tuvieron muchas dudas de que querían que Pau fuese el nombre así que, antes de saber el sexo durante el embarazo, ya lo tenían decidido. Esta misma estrategia también la han replicado famosos como el cantante Camilo y su pareja Evaluna, que contaron en 2021, cuando ella estaba embarazada, que su bebé se iba a llamar Índigo, independientemente del sexo. La presencia de Alba Vidal en redes, donde combina su faceta de artista multidisciplinar con proyectos de divulgación y donde se le conoce como Koala Rabioso, le llevó a compartir el proceso de crianza durante el embarazo y a reflexionar acerca de este enfoque libre de género. También se dedicó a responder las dudas que le planteaban sus seguidores acerca de si, una vez creciera, supondría una dificultad para la criatura. Por aquel entonces, Vidal ya lo negaba rotundamente y ahora, tras cumplir los tres años, asegura que sus predicciones se han confirmado. “Elur está creciendo de una manera muy libre, sin que le tengamos que imponer si es niño o niña”, comenta. Ante las preguntas recurrentes de conocidos y desconocidos acerca de si Elur es chico o chica, Vidal y Pérez optan siempre por una primera respuesta sencilla: es Elur. Y ya si la duda persiste por la falta de comprensión del interlocutor, ambas argumentan de manera más activista. “Hay gente que trata a la criatura en masculino y otra en femenino, así que decidimos de forma natural no corregir a nadie”, expresan. Para la experta en género y coeducación, crecer en una casa con los estereotipos de género muy marcados es “mucho más limitante” que hacerlo en una en la que se es más consciente y donde se trabaja por eliminarlos. “Este tipo de crianza hace que las niñas y los niños crezcan más libres”, remacha.Vidal y Pérez sostienen que “criar sin género no es confundir, es permitir”. Aunque todavía no han decidido si quieren volver a ser madres, tendría un nombre neutro. “Está Blau esperando”.

Familias que eligen un nombre neutro para una crianza sin género: “Está creciendo sin que le tengamos que imponer si es niño o niña” | Sociedad
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