Desde la orilla tracia del Mar Negro hasta Roma, como un repaso a los confines del imperio romano estudiado en la escuela, así el recorrido del Giro de 2026, que partirá el viernes 8 de mayo de Nesebar, una casi isla recoleta y medieval, y solo un estrecho istmo, una carreterita de nada, le une al continente a la Perla del Mar Negro en Bulgaria. No será la salida más oriental de la carrera italiana, que ya partió de Jerusalén en 2018, pero sí una prueba más del amor de la corsa rosa por el Este europeo, un año después de la salida de Albania, y un recordatorio de que las grandes pruebas por etapas obtienen más beneficios partiendo del extranjero, donde ciudades generosas y países gastan fortunas para comprar atractivo. En 2026 la Vuelta a España comenzará en Mónaco un año después de la salida italiana, y el Tour de Francia, de Barcelona. Después de atravesar Bulgaria en tres días, hasta Sofía, ya en el confín occidental, el Giro volará hasta Catanzaro, en Calabria, donde comenzará la remontada hasta los Alpes. Como a los lectores de las publicaciones de revistas científicas les basta con leer el abstract, el resumen inicial, para valorar la calidad de la investigación, a los aficionados al ciclismo les basta con cuatro datos para calificar un recorrido. Al del Giro le definen los 50.000 metros de desnivel positivo, un pelín menos de los 54.000 que anuncia el Tour, pero dentro de la categoría de muy montañoso, los siete finales en alto, una contrarreloj llana de 40 kilómetros y el tradicional tappone dolomítico el último viernes. Suficiente para forzar una mueca de incomprensión en el rostro de Remco Evenepoel, que valoraba debutar en una grande con su Red Bull en Italia, y una sonrisa amplia al cada día más risueño Jonas Vingegaard, fabuloso escalador, ganador de dos Tours y una Vuelta, que se encuentra ante una oportunidad de oro para, en su debut italiano (nunca ha corrido el Giro) vencer y unirse a Anquetil, Gimondi, Hinault, Merckx, Contador, Nibali y Froome en el grupo de ganadores de la tres grandes. No se le espera a Tadej Pogacar, que sigue prefiriendo las clásicas en primavera antes que las etapas italianas. Y quizás regrese Isaac del Toro, el mexicano fabuloso que resistió en rosa el último Giro hasta que en los Alpes le desposeyó Simon Yates.Será el Giro de la despedida de su director los últimos 12 años, Mauro Vegni, que no ha traicionado sus creencias: etapas de montaña cortas e intensas, y con menos subidas a más de 2.000 metros de altitud por miedo a las nevadas súbitas tan habituales en mayo que obligan a suspender etapas. Tampoco le importa a Vegni traicionar en cierta forma los nombres tradicionales de la carrera —los históricos Pordoi, Stelvio o Gavia, que no aparecen en los planos o los últimos llegados, con la moda de subidas de porcentajes solo hechos practicables con la revolución tecnológica de los desarrollos, Mortirolo o Zoncolan, que tampoco se subirán en 2026—, sustituidos por subidas de nombre solo conocido por los muy aficionados. Solo se sale de su norma la séptima etapa, la larguísima travesía (246 kilómetros, una etapa de siete horas excepcional en tiempos de cuatro y media tope) de los Abruzos tan queridos por Vegni, para acabar en el Blockhaus de Merckx y Fuente, y por su ladera de Roccamarice, la más dura.La segunda semana comenzará el martes 19 con la contrarreloj toscana (de Viareggio a Massa, 40,2 kilómetros) y después girará en torno a las montañas del Valle de Aosta (14ª, sábado 23), cinco puertos comprimidos en 133 kilómetros con final en Pila, donde no se llegaba desde 1992, cuando el primer Giro de Miguel Indurain.La etapa reina, la 19ª de los Dolomitas, de Feltre a Alleghe, será de solo 151 kilómetros, 5.000m de desnivel con siete puertos, sin espacio para largos, tácticos y ventosos valles, y tras superar el paso del Giau (cima Coppi, 2.233 metros) y el Falzarego, 2.105 (las dos únicas subidas a más de 2.000m en todo el Giro) terminará ascendiendo a Piani di Pezzè (1.451m), regreso a la subida en la que Marco Pantani ganó el Giro amateur de 1992. El último sábado, la última gran etapa de montaña, los Alpes friulanos, 199 kilómetros con doble ascenso y final en Piancavallo, una subida que recuerda al Mikel Landa de 2017 (y allí Nairo se vistió de rosa) y a dos ganadores finales, el Pantani irresistible de 1998 y Tao Geoghegan, que empezó a demoler a João Almeida entonces. Un avión desde el Friuli devastado hace 50 años por un gran terremoto llevará a los corredores a Roma, para su entrada triunfal en la capital del imperio el domingo 31 de mayo.El Pirata Pantani será también el mito recordado en el Giro femenino, que saldrá el sábado 30 de mayo de su Cesenatico y terminará, tras nueve etapas, el domingo 7 de junio en Saluzzo, Piamonte después de haber disputado el sábado 6 la etapa reina, con las Finestre y final en Sestriere, un guiño a la etapa final del Giro masculino pasado en la que Yates despojó del rosa a Del Toro. Destaca, además, en el recorrido la cronoescalada al Nevegal desde el Belluno de Dino Buzzatti, similar a la que ganó Alberto Contador en el Giro de 2011.

Shares: