Desde la Armada de Colombia hasta las rutas más sigilosas de las redes de narcotráfico, el nombre de Javier Eduardo Monge Iquinas quedó marcado por su colaboración como suboficial al servicio de poderosos capos.Según las pesquisas de la Fiscalía y la DEA, el papel de Monje Iquinas era colocar dispositivos de rastreo GPS en los buques de la Armada, los seguía en patrullajes de rutina y compartía las coordenadas que los cargamentos pasaran de largo sin ser detectados.Armada en Cartagena Foto:ArmadaDesde el 2021, Monje Salinas compró y repartió al menos cuatro rastreadores GPS entre diferentes suboficiales de la Armada. En octubre de ese mismo año, uno de sus reclutas logró un dispositivo debajo de la cubierta del ARC Toledo, pasando inadvertido por los guardias.Entre 2021 y 2023, esas embarcaciones fueron usadas para orientar al menos cuatro envíos de cocaína rumbo a Centroamérica, México y Estados Unidos. Cada viaje transportaba entre una y dos toneladas de droga, según los registros.El descubrimiento de estos aparatos a bordo encendió las alarmas. El Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), con el apoyo de la DEA y una unidad antidrogas del Reino Unido, revisó grabaciones, comunicaciones y movimientos bancarios. También recabaron testimonios de compañeros de Monje y de civiles vinculados a la operación, hasta reunir el rompecabezas que tatuó de ilegalidad a sus autores.Aprobada la extradición a la red de narcotráfico de la armadaA finales de marzo de este año, las autoridades ejecutaron operativos coordinados en Cartagena y San José de Guaviare, donde capturaron a Monje Iquinas, cuatro suboficiales más y dos civiles vinculados.Según la Armada, todos ellos aprovecharon su posición para alertar a las narcolanchas y facilitar el paso de cargamentos de cocaína, incumpliendo directamente su deber de vigilancia marítima.El 21 de abril de 2025, el Gobierno Nacional oficializó la extradición de Monje hacia Estados Unidos, a petición de las autoridades norteamericanas. Con la firma del presidente Gustavo Petro, se dio luz verde al envío de pruebas —grabaciones, testigos y rastros bancarios— que relacionan al suboficial con la operación de narcotráfico a gran escala.La Armada de Colombia ha incautado 25 toneladas de clorhidrato de cocaína en el Pacífico colombiano. Foto:CortesíaLo que revela la sentencia de Monje IquinasEl caso llegó hasta el despacho del magistrado de la Corte Supream Fernando León Bolaños Palacios, quien dio concepto favorable a la extradición de Monje Iquinas a Estados Unidos para responder por los delitos de tráfico de drogas y concierto para delinquir.Según el expediente, el exuniformado distribuyó los rastreadores, dirigió y financió todo el esquema dentro de la Armada.En su declaración, reconoció que en 2021 compró los primeros dispositivos y, bajo su coordinación, sus compañeros los colocaron en cuatro buques militares, incluido el ARC Toledo.Por cada patrullaje en el que los GPS cumplieron su función, Monje Iquinas pagó incentivos que oscilaron entre diez y treinta millones de pesos.El primer pago, de 10 millones, se registró en diciembre de 2021; luego entregó 20 millones por un segundo envío; y en julio de 2022 ascendió a 30 millones tras un seguimiento de 55 días. En febrero de 2023 envió cuatro aparatos más para ampliar la cobertura a otras embarcaciones.Con base al material probatorio encontrado durante el proceso, la Sala de Casación Penal concluyó que Monje Iquinas cumplió un papel clave para que los cargamentos eludieran las patrullas y alcanzaran su destino sin contratiempos.En los documentos se detalla que los suboficiales reclutados cumplieron órdenes directas de Monje Iquinas, quien además se encargó de los pagos y de la logística de compra y entrega de los rastreadores. Esto permitió a las organizaciones mexicanas y estadounidenses conocer en tiempo real la posición de las migas de cocaína y evadir las rutas de control.TAMBIÉN PUEDE VER:Juicio al expresidente Álvaro Uribe – Día 29 Foto:DANNA VALERIA FIGUEROA RUEDAESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPOMás noticias:

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