
En el salón del Manga, que ha arrancado en Barcelona el viernes su 31ª edición (Fira Gran Vía, hasta el día 8), mucha gente lleva katana, el sable japonés. Algunos llevan hasta tres, siempre de pega, como el cosplayer (fan del manga y el anime que se disfraza de alguno de sus personajes favoritos) que va de Roronoa Zoro, pirata de la gran Flota de Sombreros de Paja, con un abrigo largo verde y badana negra al brazo. También cargan sendas katanas el joven que luce el pelo plateado de punta y el ojo tapado del ninja Kakashi Hatake de la serie Naruto o la chica que va de Erza Scarlet de Fairy Tail, con brillante armadura pectoral. Está también por el salón, infiltrada, La novia, la prota de Kill Bill, que será por katanas. Más informaciónPero curiosamente nadie exhibe la espada de manera hostil o amenazadora, todos la llevan como un accesorio más, incluso con actitud risueña. El salón es el último lugar que elegiría Mishima para hacerse el harakiri porque esto es una gran fiesta de buen rollo, aunque haya mangas muy oscuros (hablaremos de ellos) y te cruces personajes impresionantes, algunos tan extravagantes que parece que te hayas pasado con el sake. Ambiente durante el salón del Manga de Barcelona, este viernes. Carles RibasUn visitante iba de una especie de cucaracha gigante que resultó ser (preguntando se va a Tokio) el ciborg saltamontes motorista de Kamen rider Takeshi Hongo; otro bastante raro porque se paseaba con una serpiente enroscada era Obanai Iguro, con katana a juego. Y una joven con un bumerán gigante no podía ser más que —y así lo confirmó ella misma— Sango, de InuYasha, enfundada en un mono negro con faja roja y partes de armadura rosadas. Pero el personaje que para este profano se llevaba la palma el viernes era la escultural y ajustadísima chica ángel Angeswoman de Digimon adventure que se dejaba retratar con los embelesados visitantes a la sombra de sus espectaculares ocho alas de plumas blanquísimas. Una visitante del Salón del Manga.Marta Pérez (EFE)Recorrer el salón si no eres un inveterado otaku, un fan del manga y el anime, te hace sorprenderte mucho con la gente que te encuentras y también con la exuberante y pintoresca variedad del material que se expone y las actividades que se ofrecen. En la feria, además de una oferta inabarcable de tebeos, puedes escuchar a una chica ataviada como para una primera comunión en Osaka cantando en japonés en un escenario, o participar en infinidad de talleres de dibujo (para todas las edades), o adquirir unas orejitas peludas (y ponértelas: no le va a importar a nadie), un kimono, o una colonia inspirada en Zelda. Puedes asistir a un coloquio con un gran mangaka (autor de manga) o que te firme álbumes tu favorito, y hasta puedes apuntarte a clases de japonés rápido o alquilar un piso en Tokio por un año (no será más caro que aquí). Incluso te da la posibilidad el Salón de visitar la casa de Hello Kitty, que está de aniversario, o colarte en la habitación de Onachan, la simpática mascota de la feria. También puedes jugar al futbito (bajo el patronazgo de Oliver y Benji), al voleibol (¿?) y al pin pon. La oferta gastronómica es eminentemente japonesa y oriental y para pillar un café y una madalena has de buscar mucho. Vista general del Salón del Manga de Barcelona, este viernes.Carles RibasEsta edición, la presencia de grandes autores es notable. Están, por ejemplo Gou Tanabe, célebre por su magistral plasmación de las historias de H. P. Lovecraft (publicadas por Planeta Comic, que le ha montado una caseta de firmas de la que brotan los tentáculos de Cthulhu y es lo más para selfies), trabajo al que se le dedica una exposición; el sensei (maestro) Kazuki Nakashima, creador de animes icónicos como Gurren Lagann, Kill la Kill y Promare, y destacado dramaturgo (se pueden ver muestras de su trabajo para escena), o el director de anime Shinishiro Watanabe, que el viernes ha protagonizado una animada charla con numeroso público en la que ha hablado de su filme Lazarus y la colaboración en él de Chad Stahelaski, el director de John Wick, “a nice guy”. Watanabe ha expresado su pasión por hacer escenas de acción, transcurran en la época que transcurran, ha defendido la animación manual tradicional y ha animado a escuchar la música de la banda japonesa Yellow Magic Orchestra, su favorita (“escuchadla ya!”). Muy especial es la presencia este salón de otra estrella, Tsutomu Takahashi, el autor de series (publicadas por Norma) como Neun, sobre la creación secreta durante el III Reich de niños con el ADN de Hitler; Detonation Island, basada en sus propias experiencias en los 80 como miembro de una banda de bosozoku, jóvenes descerebrados con motos de gran cilindrada; Black Box, ambientada en el mundo del boxeo, o las más recientes Rosie, sobre un taller de reparación de guitarras eléctricas, y Jumbo Max, en la que un tipo se involucra en el mundo de los fármacos contra la disfunción eréctil. Un visitante del salón del Manga de Barcelona, este viernes.Carles RibasEn un encuentro con periodistas y fans, Takahashi, un hombre muy afable con camisa de leñador, ha explicado la influencia que tuvo en él el manga deportivo, ha señalado que dibujar está al alcance de todos, y ha reflexionado que la diferencia entre el cine y el manga es que el primero se vuelca más en el qué y el segundo en el cómo. Ha considerado que en el fondo todas sus historias se parecen, “como platos distintos con los mismos ingredientes”, y en todas ellas rigen la tensión y la presión. Ha matizado que quizá Jumbo Max sea algo más distinta al estar protagonizada por un antihéroe, mayor, calvo y poco favorecido. Ha profundizado en los orígenes de Detonatión island, en la que, sostiene, el 80 % es real y fruto de la experiencia propia. “Fue la época más tonta de mi vida”, ha apuntado de ese tiempo con la banda de moteros malotes, niñatos rebeldes que trucaban las motos y molestaban a la gente haciendo el gilipollas (según ha vertido del japonés el traductor). “Nos sentíamos invencibles”, ha dicho Takahashi, para recordar después la muerte trágica de dos amigos, episodio que sale en la serie y cuya revelación le ha servido a Takahashi de catarsis. Tsuomo Takahashi, el viernes en el Salón del MangaMarta Pérez (EFE)Técnicamente, ha explicado que su método es la tinta diluida, que está regido por el azar y otorga una calidad imprevisible al dibujo, “como tocar en directo”, y ha añadido: “Me gusta un punto de imperfección”. Ha hablado del ritmo enloquecido de publicación de manga en Japón que obliga a “sacar el material de la mesa de dibujo y ponerlo en dos semanas en el kiosko”, una velocidad que, ha recalcado, hace imposible la perfección. “Este sistema comporta que los autores sean capaces de resistir una gran presión mental”. Le ha sorprendido que se pueda considerar su obra como oscura, dice que él lo que trata es de poner mucha energía, aunque ha recalcado que desde luego no dibuja manga para niños. “Reflejo en todo caso lo oscura que es la gente”, ha añadido, para apuntar que “la sociedad japonesa es como la represento”. Al preguntársele sobre cómo se le ocurrió la ide de Jumbo Max y el fármaco para la disfunción, ha respondido jocosamente: “Chicos, cuando lleguéis a los cincuenta lo sabréis; el pescado se acaba”. Preguntado por este diario acerca de su interés por la estética nazi en Neun, una trama en la que resuena Los niños del Brasil (la novela de Ira Levin y la película de Franklin Schaffner, nacido por cierto en Japón hijo de misioneros estadounidenses) ha matizado que en todo caso por la iconografía, y ha marcado distancias con todo ese material: “Todos sabemos lo que era”. Del hecho de abordar esa historia y época ha dicho que “tienen la ventaja de que hay mucha documentación y de que están libres de derechos de autor”. Ha afirmado no conocer Portero de noche, de Liliana Cavani, aunque sí tener como referencia visual los documentales de Leni Riefenstahl. “Es muy interesante poder reflexionar sobre el fascismo, pero siempre hay que ir con cuidado”, ha concluido. En Neun, Himmler lanza en 1940 una purga de los 12 niños descendientes de Hitler que han crecido en el marco de un programa genético para asegurarle descendencia. Neun es uno de los niños que, protegidos por sus respectivos guardianes, los wands —incluida una chica con katana, sobreviven a la liquidación orquestada por las SS, que a partir de entonces los persiguen bajo el mando de un siniestro oficial médico, el doctor U.,
El Salón del Manga de Barcelona se llena de mangakas, otakus y katanas | Noticias de Cataluña
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